TAULA ITALIANA
A l’ocàs de les seves carreres, dues grans actrius enemistades durant tota una vida es veuen forçades a coprotagonitzar un nou espectacle juntes.
«Taula italiana» ens submergeix en un món ple d’enveges, fama, èxit i fracassos, on les decisions que prenem a la vida marquen el nostre destí. Amb un ritme frenètic i escenes hilarants, els personatges ens mostraran les llums i ombres de la vida artística, explorant les tensions i alegries de la competència i la recerca de reconeixement.
Un espectacle que parla del relleu generacional, de la manca d’oportunitats, del pas del temps inexorable en el món de les arts escèniques des del punt de vista de quatre dones . Un homenatge a totes aquelles actrius que han lluitat durant tota la seva vida, suportant temps difícils en una professió on les artistes sovint no eren valorades com es mereixien.
Lo más fácil para contextualizar sería hablar de Baby Jane, pero no. No es conveniente. Cuando la vean me entenderán. Pero las dos grandes damas teatrales están. Y se odian. Y el teatro es el protagonista. Aquel teatro clásico que las encumbró y escenificó su irreconciliable rivalidad. Aunque éste tampoco acaba de ser el tema. O el tema sí, pero no el tono. Vaya, que Taula italiana no quiere dejarse encasillar. Es un homenaje al teatro, a la profesión, a la creación artística en general, sempiterna carrera de obstáculos; pero al final, aunque referencial y reverencial, funciona como comedia contemporánea metateatral pero sin demasiadas pretensiones. Y así parece planteada por su director, Sergi Baos, que apoyándose en la comicidad y el versátil histrionismo de las actrices jóvenes, apuesta por la frescura, la ligereza y el humor espontáneo, dando una sensación de sencillez e intranscendencia que en verdad es algo engañosa, pues la estructura narrativa es compleja y exigente. Algo que no se nota cuando todo encaja y fluye. Y en esa misma línea, las dos grandes damas, que lo son, ni declaman ni lo pretenden. Se suman a la fiesta con un vocabulario que ni Cela cabreado, tirando de oficio y disfrutando para hacernos disfrutar. Todo bien, por tanto. Y en cambio, me queda la sensación, tal vez por culpa del enunciado argumental, de que iba a ver una obra BUENA, y he visto una buena. Malas consejeras, las expectativas.
